El camino hacia una alimentación consciente
Nuestro estilo de vida y las decisiones que tomamos diariamente tienen el peso de apoyar causas justas, como recuperar la tierra, las comunidades e intentar minimizar el cambio climático, o bien todo lo contrario. La alimentación juega un papel muy destacado en este sentido.
Optar por alimentos cultivados en agricultura regenerativa, basada en sistemas de agroecología de producción y comercialización local y justa puede convertirse en una herramienta de resiliencia tanto a nivel social como ecológico, económico y de salud. Además, apostando por productos locales y cultivados con respeto también estaremos apostando por más salud.
Debemos promover la diversificación de cultivos, la biodiversidad y la integración de agricultura, ganadería, agua y recursos forestales para que actúen en sinergia, acercándose al funcionamiento de los ecosistemas naturales. Necesitamos volver a respetar y hacer las paces con la naturaleza, trabajando con ella en vez de en su contra. Hay que convertirla en una prioridad, puesto que cualquier realidad en la que nos alejemos de ella nos va a alejar de un futuro tranquilo en el que podamos vivir en bienestar.
La agricultura ecológica mantiene un rendimiento continuo de cosecha gracias a la diversidad de cultivos, utiliza técnicas sencillas de producción (sin necesidad de tanta maquinaria cara), obteniendo productos de alta calidad y libre de tóxicos. Y no nos olvidemos de que produce para el autoconsumo y para mercados locales, por lo que se disminuyen así intermediarios y la explotación de los/as trabajadores/as, favoreciendo a la vez una economía social y solidaria.
A parte de hacer una compra local y ecológica, también nos podemos animar a preguntar por huertos comunitarios de nuestro pueblo o barrio, empezar uno en casa, hacer compost, conocer los espacios y servicios auto-gestionados y participativos que tengamos cerca, asistir a talleres o formaciones, hacerse socio de un grupo de consumo, etc. Hay mil posibilidades según los intereses y recursos de cada uno, pero no dejemos de lado la filosofía “piensa global, actúa local”, puesto que cada acción, cada granito de arena, importa en la lucha para regenerar nuestro planeta y hogar.
Hay que tener en cuenta que muchas personas no tienen conocimiento de las alternativas, o que no saben cómo incorporarlas en su día a día de manera cómoda, y por ello hay que seguir trabajando para hacerlas más grandes y ayudar a visibilizarlas en todos los espacios posibles.